domingo, 27 de octubre de 2024

CAZALLA DE LA SIERRA. HISTORIA Y TRADICIÓN. ARTÍCULOS, DE 2014 A 2023. VOL II

PRESENTACIÓN DEL LIBRO de Antonio Villalba Ramos, Casa de la Cultura, Cazalla de la Sierra, 11 octubre 2024. Discurso de Antonio Carmona Granado 

Buenas noches. Muchas gracias, amigo Antonio, por invitarme, una vez más, a acompañarte en la presentación de otro de tus libros.

Recuerdo que, allá por los finales de los 50, cuando mi familia empezó a llevar la Repostería del Casino, lo que después sería el bar de los Mellis, tendría yo 4 o 5 años, el primer trabajo que se me encargó, o más bien el que yo asumí, fue el estorbar o enredar lo menos posible.

Aplicando aquí este encargo, pretenderé ser breve y no enredar demasiado, pues el protagonismo de este acto ha de ser para Antonio Villalba y su nuevo libro, y para nuestro destacado acompañante el Sr. Ojeda Avilés.

No obstante, permítaseme tan solo apuntar tres cuestiones, relacionadas con su nueva publicación y su contexto, porque hablar del autor aquí, sería una osadía por mi parte. Tengo poco que decir que ustedes ya no conozcan.

1) En primer lugar, y puesto que no existe demasiada coordinación entre quienes nos dedicamos a esto de difundir la historia de Cazalla de la Sierra, quisiéramos volver a resaltar una vez más la importancia que tiene, para la investigación historiográfica, y para cualquier tipo de investigación el conocimiento del estado de la cuestión. Para no repetirnos, para no tropezar dos veces en la misma piedra, o, también, para aportar novedades sobre lo que ya existe. Pues bien, este tipo de recopilaciones, como la que hoy nos regala Antonio, cumplen ese papel. Son sumamente pertinentes y valiosas para superar esos escollos. Los artículos dispersos, publicados a lo largo de tantos años, adquieren en ella, una mayor significación y una mayor coherencia, al aparecer organizados temática o cronológicamente. Esto nos va a facilitar su consulta y una lectura más atenta y pausada, y nos permitirá seguir con más sentido esa irregular línea de la historia de Cazalla, llena de vericuetos.

Efectivamente, la aparición de los artículos y colaboraciones en El Chorrillo y en nuestra Revista anual y en otras publicaciones, ha sido, creemos, casi siempre aleatoria y en función de las necesidades de la publicación. Quien escribe, que es quien elige el tema que va a desarrollar, puede estar motivado por alguna razón que, a veces, no trasciende al lector. Los artículos mensuales o anuales, van surgiendo a salto de mata, como se suele decir. A veces, van seriados, por falta de espacio, en el transcurso de varios números, llegando a perdérseles el hilo de su discurso.  Por ejemplos: aquellos 7 artículos de Los cimientos de una Cazalla a la medida, no siempre mensualmente consecutivos y que se alargaron durante tres años; o aquellos otros del año pasado sobre Isidoro Salvador Campos (sobre los cuales habría que hacer algunas puntualizaciones). Casi 15 de sus artículos (de los 80 publicados en El Chorrillo durante esta época) aparecieron fragmentados a lo largo de estos años, y a veces con intervalos de más de un mes.

Pues bien, un libro como éste persigue, como decimos, dar cohesión a esta fragmentación.

2) Por otra parte, esta publicación tiene el cometido de hacer permanente lo que es efímero en las publicaciones periódicas, dirigiéndose también a quienes no llegaron a detenerse lo suficiente en ellas.

Los lectores somos de tal diversidad (geográfica e ideológica, desgraciadamente no generacional) que, a veces, no sabe uno bien para quien escribe. Hasta allende las fronteras llega la información, nos decía al aparecer el nº 301, Antonio Garrido, miembro del Equipo de Redacción de El Chorrillo. Y nos comentaba entonces sobre los lugares a los que llegaban estos escritos cazalleros: este número “llegará a 604 domicilios distribuidos por casi toda la geografía nacional además de al extranjero”, y “podemos decir que cerca de 3.000 personas leen cada mes las noticias reflejadas aquí y que tienen que ver con lo de aquí”. Y con su manera tan peculiar de calcular, nos daba esta explicación: “Fácil, una media de cuatro personas por domicilio, junto con muchas más que tienen posibilidad de leerlo en aquellas instituciones públicas a las que también se lo hacemos llegar, como ayuntamientos y bibliotecas de la comarca, Colegios de la ciudad, hemerotecas de Sevilla, Madrid y de Andalucía, etc.”. Cuatro años más tarde, en 2019, la tirada de El Chorrillo alcanzaba los 650 ejemplares.

Pues bien, Antonio, estos han sido tus hipotéticos lectores, a los que ahora, nuevamente, das la oportunidad de volver a releer tus escritos periódicos y algunos más, a través de este, como siempre, bien editado libro, en el que se nota tu buen oficio.

 

3) Hemos hablado de lectores, y queremos, para terminar, apuntar algunas notas de contexto, a vuela pluma, sobre el lugar y su tiempo, en los que se han fraguado estos escritos: Cazalla de la Sierra y la última década, Cazalla de la Sierra entre 2014 y 2023. Cazalla de la Sierra, una comunidad diversa, tal vez no demasiado cohesionada, a la que siempre tenemos presente a la hora de escribir.

Pues bien, veamos, someramente, ese tiempo histórico vivido en Cazalla que va desde 2014 a 2023, intuido a partir de las mismas páginas de El Chorrillo, que nos han servido de guía.

Y así, nos encontramos con una Cazalla en la que se alargaba y perduraba la crisis económica de 2008 y que vino a machacar, aún más, la derivada de la crisis sanitaria de 2020; una Cazalla en la que la especulación inmobiliaria rústica y privada ponía, aún más, en manos foráneas las propiedades de la localidad; en la que las empresas municipales iban siendo liquidadas; en la que las cooperativas se han mantenido con estrecheces; en la que los salarios se distanciaron de los precios; y la hostelería se adaptaba prácticamente al turismo rural y a sus ciclos de fiestas y de fines de semana… Y en la que, hasta el cielo, sus astros y estrellas, (Reserva Starlight), se han convertido en recurso turístico. Y en la que las actividades cinegéticas se defendían de opiniones contrarias. Y en la que la agricultura ecológica se abría paso.  Y los productos hortícolas, vinos, transformados autóctonos y artesanos…, salían en busca de mercados a las exposiciones provinciales y locales. Y una Cazalla, en la que los adoquines se extendían por sus calles, allanando nuestros pasos, y en la que con los coches lo invadimos todo. Una Cazalla en la que las casas se agrietaban en algún barrio. Una Cazalla de desarrollo difícil de sostener.

Y socialmente, una Cazalla a la que llegó la noticia esperada y no deseada: menos de 5.000 habitantes en el censo (en 2013: 5.054; en 2020: 4.684). Ya estamos, decían, de lleno en la Cazalla vaciada y abandonada (como escribía nuestro autor). Aunque esta sangría demográfica, y todavía con mayor acritud, venía dándose desde hacía muchas décadas. Una Cazalla en la que se tratan de enmascarar las contradicciones de clase y, a través de sutiles resquicios, hipócrita y fantasiosamente, el pensamiento hegemónico tiende a convertirse en único, apropiándose del sentido común de la mejor tradición de la Cazalla del trabajo: más asociaciones de emprendedores, más autónomos, menos sindicatos de trabajadores… Aun así, ha sido también una Cazalla en la que se ha mantenido una tenaz lucha por ciertos derechos civiles: contra la homofobia (arcoíris por doquier), contra la violencia de género, por la memoria histórica, por el equilibrio ecológico, por el derecho de los mayores a una Residencia…

Una década que, desde el punto de vista político, empezaba con alcaldía de un PSOE local, tradicionalmente dominador, y con desavenencias internas, y acabó con alcaldía de un Partido Popular de refundición, y en la que Izquierda Unida dejó de concurrir a los comicios locales a un Ayuntamiento menguado de concejalías (de 11 a 13). Una política local en la que, en sucesivas elecciones generales, los votos ultraderechistas y reaccionarios, como en todo el mundo, impávidamente, van ganando terreno. Y en unas elecciones autonómicas el PP llegó a superar por vez primera al PSOE. Un Ayuntamiento en el que, como novedad, las tomas de posesión se hacían en el nuevo auditorio de san Francisco para dar más realce al acto.

Una Cazalla en cuya asistencia sanitaria, entre 900 y 1200 pacientes eran atendidos por cada médico/a y enfermero/a en atención primaria. En la que se luchó por la pediatría. Una Cazalla en la que también se afrontó, con riguroso confinamiento la situación sobrevenida desde marzo de 2020. Y en la que generosos bomberos, agricultores y ganaderos desinfectaban nuestras calles, con sus tractores, con los que salieron más tarde a protestar por la subida del IBI. Una Cazalla en la que las casas se convertían en aulas virtuales. Y en la que desde el centro de salud se pedía la sensata colaboración ciudadana. Y en la que, tras la pandemia, el personal sanitario pasaba de “héroes a villanos”.

Una década en la que en educación seguimos con la doble vía: pública y privada concertada. Y en la que la calefacción del Instituto llegó arreglarse y en el que se introdujeron nuevas ramas profesionales.

Una Cazalla en la que, desde el punto de vista cultural, recorrimos una década fructífera de publicaciones en forma de libro; y en la que los números alcanzados por el Chorrillo nos llenan de orgullo, así como los avances técnicos y de contenidos en la Revista anual; y en la que hemos tenido una activa Aula de la Experiencia (con visitas de profesores universitarios, y dos exministros: Pérez Rubalcaba y Alfonso Guerra; y atractivas excursiones…); y un Conservatorio en auge, y Banda local de música; y hasta tres Amatulos y otras muchas actuaciones; y una Peña Flamenca que logra mantenerse con dignidad … Y un Festival de títeres que también brilló. La Biblioteca in crescendo, y los Archivos… ¡Ay, los Archivos…! Una década en la que el patrimonio histórico inmobiliario se va municipalizando y regenerando (casos de San Francisco y San Agustín), aunque con edificios pendientes. En la que tenemos un museo organizado como centro de interpretación del aguardiente, hoy sin funcionar. Y una Cazalla lírica en la que la poesía, con días de gloria, se ha quebrado en algunas de sus convocatorias (premio Carmen Merchán Cornello) y se ha ido recomponiendo en otros formatos (el Monte, el Pintado). Una poesía, y una literatura, a la que se le murió Manuel Sánchez Chamorro. Una Cazalla en la que las esquinas de sus calles se han visto adornadas de rótulos con sus nombres antiguos y populares. Y en la que las fuentes y chorrillos tienden a ser permanentes y, con gran trabajo, mantienen el tipo.

Una Cazalla, en fin, la del Ocio y esparcimiento, en la que el fútbol senior parece recuperarse, las instalaciones deportivas tienen altos índices de ocupación (una piscina terapéutica quedó a las puertas de su funcionamiento), el senderismo se ha convertido en práctica consolidada. Con las Fiestas, como recurso de atracción económica (Carnavales, Semana Santa, Felipe V, Romería, Feria, convocadas por asociaciones…), cada vez más multitudinarias y también más ruidosas, ruido que a veces se nos convierte en cotidiano con las motos y algún coche…y algún campaneo a destiempo. Fiestas que van marcando el ritmo de vida de esta sociedad cazallera. En la que también apareció un Camino de Santiago, de la frontera… Y a la que han vuelto las Rehalas.

En definitiva, lo que el tiempo (no precisamente con “clima ideal”), ha ido permitiendo y muchas cosas más. Este es el contexto en el que se ha llevado a cabo la producción del contenido de la publicación que hoy aquí se presenta.

Y acabando, en un acto como este que, entre otras cosas, debe ser considerado como un acto de reivindicación y valoración de los estudios de historia local y comarcal, quisiéramos dejar un entrañable recuerdo para la memoria de dos maestros de la historia andaluza que se nos han ido, uno más recientemente y otro hace algún tiempo, de los que nos sentimos deudores. Nos referimos a D. Antonio Miguel Bernal y a D. León Carlos Álvarez Santaló, ambos profesores de la Universidad de Sevilla. Ambos, desde sus cátedras, impulsores de la historia local, no localista, y comarcal. Ambos son referentes que nos marcaron las pautas de la investigación seria y rigurosa en los archivos locales, principalmente en los archivos de protocolos notariales, y son referentes de la amplitud de miras de lo local hacia lo general. Valga desde aquí, como digo, este modesto recuerdo.

Muchas gracias, perdonen la intromisión y les recomiendo que lean con detenimiento y serenidad esta magnífica recopilación de Antonio Villalba.

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